• En 20 años, la mitad de los mexicanos estará en riesgo de fallecer por consumo excesivo de grasas

05-01-2014 El diputado Alberto Anaya Gutiérrez (PT) impulsa reformas al artículo 4 de la Constitución Política, para prohibir la producción y comercialización de alimentos industrializados que no contengan, en el caso de los líquidos, al menos el 3 por ciento de proteína y, en los sólidos, 8 por ciento del peso total del producto.

Indicó que si bien la Carta Marga contempla el derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, “no existe una fracción que puntualice la protección a los niños y niñas contra los ataques televisivos a través de propagandas que inciten y promuevan la compra de comida chatarra”.

Si las personas continúan alimentándose principalmente de comida chatarra como hamburguesas, pizzas, papas fritas, pasteles y dulces, advirtió, su salud será frágil y muy probablemente en el mediano plazo se verá afectada.

Anaya Gutiérrez expresó que la ingesta excesiva de grasas, harinas blancas y azúcar produce serias consecuencias como la obesidad.

En México, de acuerdo con la Secretaría de Salud, siete de cada 10 personas tienen sobrepeso, ocupando el segundo lugar en incidencia mundial después de Estados Unidos, así como enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de mortalidad en el país.

Refirió que el costo de luchar contra las enfermedades derivadas de la obesidad, como la diabetes en las mujeres y los males cardiovasculares en los hombres, corre a cargo del sector público, no del privado, que “paradójicamente es quien alienta estos males con sus productos”.

Conforme a datos del Departamento de Cardiología del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), dentro de 20 años la mitad de la población en México estará en riesgo de fallecer debido al consumo excesivo de grasas.

Además, 60 millones de mexicanos podrían morir de infarto o derrame cerebral para el 2030, si mantienen los malos hábitos alimenticios, en especial el consumo de grasas saturadas.

Mencionó que la comida chatarra no aporta una buena nutrición, pues carece de fibra, proteína, vitaminas, ácidos grasos y omegas 3, 6 y 9, sino demasiadas calorías. Asimismo, los pocos nutrientes que proporcionan son de mala calidad y contienen sustancias químicas artificiales o sintéticas no asimilables por el organismo, “incluso algunas de ellas con riesgo de ser cancerígenas”.

El diputado Alberto Anaya detalló que si bien en varias escuelas públicas se está eliminando la venta de refrescos y comida chatarra dentro de los establecimientos, “esta medida no ha sido suficiente para contrarrestar el problema de fondo; los niños en cualquier momento del día tienen libre acceso a ella, pues en muchos casos los propios padres son los que envían la comida chatarra desde el hogar”.

Por ello, argumentó, es imprescindible que se prohíba la publicidad de productos chatarra en los medios de comunicación masiva, específicamente el radio y la televisión, así como reelaborar el contenido energético de dichos productos para añadirles de manera urgente y obligatoria un 10 por ciento de proteína.

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