• Su texto conserva clarividencia: Anaya Cortés

25-02-2014.-La Cámara de Diputados hizo un reconocimiento a Enrique Krauze por los 30 años de la publicación de su ensayo “Por una democracia sin adjetivos”, el cual, se dijo, ha contribuido al proceso de democratización de nuestro país.

El presidente de la Cámara de Diputados, Ricardo Anaya Cortés, señaló que hace tres décadas, el joven ingeniero, doctor en Historia y colaborador cercano de Octavio Paz en la revista Vuelta, creyó que la democracia en México sí era posible. “Treinta años después de su publicación, lejos de perder vigencia, el ensayo conserva clarividencia”, subrayó.

Enrique Krauze, añadió el diputado Anaya Cortés, se atrevió a sostener que pese a estar en medio de una severa crisis económica, rodeado de una serie de pronósticos negativos, México encontraría su camino a la democracia de manera gradual y pacífica.

Rememoró que de acuerdo con el autor del ensayo, lo que México necesitaba no era una revolución, sino una serie de reformas, “y este Congreso mexicano ha hecho honor a esa idea, porque México vivió en el último año, su proceso de transformación constitucional e institucional más profundo desde que hace casi un siglo”.

Ante el historiador, los coordinadores de los grupos parlamentarios, los integrantes de la Mesa Directiva e invitados especiales, el presidente de la Cámara de Diputados aseguró que hace tres décadas surgió “esa modesta utopía, ese sencillo gran anhelo: que en México los votos contaran y se contaran, y que México viviera una democracia sin adjetivos”.

Hoy, dijo, nos reunimos a hacerle un sincero reconocimiento por su destacada labor en este proceso de democratización de nuestro país, y nos reunimos a presentar una edición especial de ese texto visionario.

También recordó algunos textos del ejercicio crítico y clara visión del historiador, como: “Tarea política”, “Travesía liberal”, “Para salir de Babel”, “De héroes y mitos”, “Redentores”.

El diputado Anaya Cortés mencionó que al igual que hace 30 años, en el reciente número de enero de la revista Letras Libres, Enrique Krauze se ha vuelto a preguntar si persistirá o prevalecerá esa utopía, de que México viva en democracia.

“Yo quiero ser optimista y contestar que sí, y afirmar que este texto, ‘Por una democracia sin adjetivos’, publicado hace 30 años, se ha ganado un lugar en la posteridad”, apuntó.

Destacó que como lo señala el propio ensayo, es tiempo de volver a optar por la libertad, por la tolerancia, por el diálogo, por los acuerdos. “Es tiempo de retomar la iniciativa ciudadana y de vivir en México una democracia sin adjetivos”.

Para concluir, retomó la frase con que Krauze cierra su ensayo acerca de este gran esfuerzo de transformación de nuestro país: “tenemos un tiempo limitado, el de nuestras vidas”. Trabajemos todos los días con todas nuestras fuerzas por el bien y por la prosperidad de México”, agregó Anaya.

En su discurso, el ingeniero Enrique Krauze señaló que en 1984, después de la tragedia de 1968 y las “desastrosas administraciones que le siguieron”, tuvo la certeza de que el poder debía regresar a su origen soberano: el pueblo, encarnado no en una entelequia colectiva sino en la suma de las voluntades individuales de los ciudadanos expresadas en el voto.

“Esa era la vía posible y deseable para México: una profunda reforma democrática, pero no sólo la que de manera fragmentaria tutelaba desde 1977 el PRI, sino justamente la democracia que muchos grupos desdeñaban con los adjetivos burguesa o formal y que yo valoraba en su sentido llano, directo y clásico: una democracia sin adjetivos en la que los votos contaran y se contaran”, indicó.

El historiador aseguró que, en un “sentido sustancial”, actualmente se ha logrado que el Presidente no tenga un poder imperial sino uno acotado, y sostuvo que la vida de los partidos es genuina y se refleja en el Congreso. “Hoy tenemos otras configuraciones institucionales que no existían en 1984, entre ellas una Suprema Corte autónoma, un Federalismo problemático pero real, una legislación y un instituto que transparenta la gestión gubernamental”, señaló.

Sin embargo, consideró que la democracia mexicana está lejos de poder proclamar su triunfo histórico, debido a la pobre cultura democrática que existe en el país, carencia que dijo no haber previsto en su ensayo.

Lamentó que a pesar de que todos los mexicanos repitamos los valores de la democracia, apenas si ejercemos la atención comedida a las opiniones ajenas, civilidad en el trato, inclinación a escuchar para ser escuchado, respeto a las leyes, devoción a las instituciones y la tolerancia.

Por lo anterior, el escritor consideró que para arraigar los valores mencionados se debe propiciar, en las escuelas de todo nivel y en los medios, la costumbre del debate.

Krauze destacó otras limitaciones de nuestra democracia como el problema real de representación. “Muchos mexicanos no la entienden, porque no la han visto operar con claridad y eficacia. Y si la gente no se siente representada, opta por soluciones de hecho, no de derecho”, advirtió.

Explicó que otro problema delicado es la corrupción de los gobiernos estatales y municipales: “la falta de transparencia en esos ámbitos es un hondo agravio”. En cuanto al Instituto Federal Electoral (IFE), sostuvo que se han dado “pasos preocupantes” para desnaturalizarlo, cuando debe continuar siendo una institución ciudadana.

Calificó como “un hecho lamentable” el poder que han acumulado y ejercido los llamados “poderes fácticos”, a causa de la descentralización política. Sin embargo, confió que las leyes aprobadas (en materia de telecomunicaciones) pongan límite a sus abusos.

“¿Cómo hablar, en suma, del triunfo de la democracia mexicana cuando territorios enteros del país han dejado de ser México para volverse cotos sin ley?”, cuestionó, luego de lamentar los límites a la libertad de expresión que ponen a los periodistas los grupos criminales, coludidos muchas veces con los gobiernos estatales.

Consideró “un acto de profunda significación”, el reconocimiento que la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados realizó hoy por su ensayo “Por una democracia sin adjetivos”, que publicó en la revista, Vuelta en enero de 1984.

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