La centenaria lengua indígena Tohono o´odham (pápago) en Sonora, al borde de la desaparición, hizo recordar a más de uno, en el pleno de la Cámara de Diputados, el poema Cuando Muere una Lengua, de Miguel León Portilla que en su tercer verso expresa: cuando muere una lengua, entonces se cierra a todos los pueblos del mundo, una ventana, una puerta, un asomarse de modo distinto a cuanto es ser y vida en la tierra. Al inicio de la sesión ordinaria de este martes, Doraly Velasco León, originaria de la comunidad Quitovac, municipio General Plutarco Elías Calles, de Sonora, hablante de la lengua pápago, habló de la inminente extinción de la lengua Tohono o’odham: “Soy una mujer orgullosamente Tohono o'odham, descendiente de un pueblo ancestral —hoy entre dos países— que sobrevive gracias a la resistencia y voluntad férrea de nuestras comunidades, que se niegan a ser olvidadas y enterradas en las dunas de arena blanca, donde hemos existido por cientos de años. “Señoras y señores, ojalá me escuchen con el corazón, porque vengo a hablar de lo que hemos debido hacer para sobrevivir; de lo que hemos debido andar para predecir, aprender y reflexionar; de lo que hemos tenido que proteger y preservar para no olvidar ni ser olvidados. No pocas veces hemos debido luchar para poder avanzar. En ocasiones nos han arrebatado la vida por defender nuestros territorios, identidad y cultura. “Nuestra lengua está agonizando, pero no así nuestra cosmovisión ni nuestra memoria histórica, porque hemos dejado huellas perennes en nuestro andar por aquellos territorios que sostienen nuestra vida, en nuestros cantos y tradiciones, gracias a la solidaridad y complementariedad que se arraiga en nuestros seres.” Doraly, expuso que la desaparición de su lengua tiene que ver con un conjunto de muros y fronteras que dividen y separan las tierras que el o’odham llama hogar. “Tiene que ver con acciones físicas, sociales, simbólicas, culturales intelectuales y políticas que son utilizadas como dispositivos de control para crear dos mundos separados entre sí: el mundo desde donde hoy hablo, lejano y distante del mundo de la periferia, donde hemos sido abandonados. “Ambos mundos –fragmentados y enfrentados– sentaron las bases de un proceso histórico de incomprensión de nuestras formas de hacer la vida. Ésa es la razón por la cual mi mensaje les resulta incomprensible y deben leer mi discurso en castellano. Necesitamos que nos escuchen, que nos pongan atención, queremos ayuda para preservar la gran riqueza cultural del pueblo Tohono o'odham, que está a punto de perderse si no se toman medidas urgentes.” Emotiva, desde la tribuna cameral, habló de la esperanza, en un entorno de exterminio de su pueblo, y por ende de su cultura. “Por eso vengo hoy aquí a denunciar este genocidio cultural. También estoy aquí para pronunciar una profecía de los poseedores de la sabiduría indígena. Si mi lengua muere y con ello mi cultura, morirá también una parte de ustedes. Porque yo existo gracias a ustedes y ustedes están aquí gracias a que yo los observo. Somos un todo infinito conformado por vínculos del sentir, del comprender y creer. Coexistimos en este universo y nos necesitamos mutuamente. Si es necesario, daré hasta mi última gota de sangre por mi pueblo, por mi cultura y por mi lengua. Lo haré, porque mis hijos lo necesitan y sus hijos también necesitarán descubrir su lugar en la historia.” De inmediato, la presidenta de la Mesa Directiva, (sic) Dolores Padierna presentó al coro de los Niños Cantores de Morelia que, al celebrar su 70 aniversario, se presentó en San Lázaro para rendir tributo al Año Internacional de las Lenguas Indígenas. (La Jornada.com) |