La expresión del dolor ocasionado por los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017 puede resumirse en las múltiples formas de solidaridad. Cerca de 450 personas perdieron la vida a causa de este fenómeno en la CDMX, Chiapas, Morelos, Puebla, Estado de México, Guerrero, Tabasco y Oaxaca; además, cerca de 190 mil inmuebles sufrieron graves daños o fueron destruidos. Imaginemos los costos financieros de ello.

Estos acontecimientos reflejaron fortalezas como debilidades en las prácticas de ayuda brindada por ciudadanos, empresarios y organizaciones sociales. El gobierno parecía en algunos momentos rebasado, aunque desplegó una gran variedad de recursos de apoyo.