Estamos por cumplir un año de vivir la pandemia más mortal, por lo menos del presente siglo XXI. La pandemia ha cambiado la vida cotidiana de millones de personas en el mundo, ha afectado a muchos, quienes ya tenían alguna enfermedad (comorbilidad) o ha causado la pérdida de millones de vidas. Sobre todo, ha desafiado la capacidad institucional de los gobiernos –democráticos o no–; ha saturado todos los sistemas de salud del mundo; finalmente, ha obligado a millones de personas a encerrarse, a “quedarse en casa”, bajo la advertencia de que, de lo contrario, están poniendo en riesgo su existencia.