Ante la implacable e inesperada fuerza de la naturaleza que experimentaron la Ciudad de México, Estado de México, Morelos, Puebla y Oaxaca en agosto y en mayor medida el 19 de septiembre de 2017, es necesario reflexionar y analizar algunos de los hechos ocurridos posterior a los derrumbes. Sucesos que pusieron en evidencia que no obstante los gigantescos esfuerzos de distintas instituciones y gobiernos durante tres décadas para crear una cultura de prevención y acción durante fenómenos naturales, esta cultura de protección y reacción puede ser perfectible, pues los movimientos telúricos de 2017 permitieron identificar que aún existen retos que deben ser atendidos.