Boletín N°. 5049 | Suicidio, segunda causa de muerte en la adolescencia y séptima en niños de 5 a 15 años |
07-03-2018.- Durante el foro “Prevención del suicidio en jóvenes”, organizado por la Comisión de Juventud, diputados, especialistas y académicos alertaron que quitarse la vida es la segunda causa de muerte en la adolescencia y séptima en niños de 5 a 15 años; de ahí que se debe poner atención a los factores de riesgo, ya que son mínimas las acciones para evitar esos actos.
La secretaria de esta instancia legislativa, diputada Rubí Alejandra Cardoso Guzmán (PRI), reconoció que el tema del suicidio en jóvenes está estigmatizado por la sociedad, aun cuando es cotidiano.
Expresó que es alarmante que cada 40 segundos una persona en el orbe está pensando o quiere suicidarse, entre éstas los jóvenes; “mientras estamos aquí, en alguna parte del mundo alguien lo está intentando o ya lo ejecutó”.
Cardoso Guzmán mencionó que el suicidio no es una problemática exclusiva de jóvenes, sino también de niños y adultos mayores. Por ello, indicó, es en la familia donde mayor prevención se puede lograr, a través de mejores relaciones afectivas y atención a estas poblaciones.
Jesús Quezada García, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en psiquiatría, expresó que el suicidio es la segunda causa de fallecimientos entre las personas de 15 a 29 años de edad a nivel mundial; alrededor de 800 mil personas cometen suicidio cada año, es decir, una muerte cada 40 segundos, y en México, la tasa es de 6.5 suicidios por cada cien mil habitantes.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los casos consumados son más frecuentes en los hombres. En 2014, murieron por esta causa 6 mil 215 personas: 40.2 por ciento, jóvenes de 15 a 29 años (2 mil 493 personas). Por cada acto consumado se contabilizan 20 intentos.
La Ciudad de México, Colima y Baja California tienen el mayor número de suicidios en menores de edad. De ocho a 25 intentos, uno se logra. El 80 por ciento de las víctimas está entre 9 y 16 años.
Agregó que los métodos más comunes son: ahorcamiento o sofocación, 78.1 por ciento; disparo con arma de fuego, 12.1 por ciento, y el resto por envenenamiento con gases, alcohol o plaguicidas, así como lanzarse desde las alturas.
Quezada García mencionó que los factores de riesgo son: depresión, adicciones, trastornos del comportamiento, aislamiento, problemas económicos, dificultad para relacionarse, divorcio o separación de los padres, intentos de suicidios previos, alcoholismo, abuso en el consumo de psicofármacos, historia familiar de suicidios, trastornos afectivos, violencia familiar, abandono, abuso sexual, adicciones o bullying.
Los elementos de peligro que deben considerarse son: amenazas y mensajes a través del ciberespacio y conductas autodestructivas, así como las coacciones para menores de edad y jóvenes expuestos en forma constante a ilícitos como pornografía infantil.
Para prevenirlos, dijo, es fundamental conocer esos factores de riesgo, crear centros apropiados para atender adolescentes con intentos de homicidio, priorizar la atención en jóvenes con alto riesgo y elaborar programas prácticos y efectivos, con una exigente evaluación, además de mejorar la unión familiar y la autoestima.
Blanca Gil Corona, consultora psicopedagógica, argumentó que en el país se carece de adecuadas estrategias de prevención, y precisó que la niñez vive con alta vulnerabilidad pues entre el 10 y 12 por ciento de niños están en situación de calle; 12 por ciento tiene discapacidad y el 70 por ciento de las personas que comenten un abuso sexual de un menor, es alguien cercano a su contexto familiar.
De acuerdo con el Hospital Psiquiátrico Infantil “Juan N. Navarro”, el suicidio en niños es la séptima causa de muerte en edades de 5 a 14 años, y en algunas veces no se especifica como tal, porque se asocia a un accidente o una enfermedad.
El perfil psicológico de los menores con riesgo suicida se caracteriza por poca tolerancia a la frustración, perfeccionistas, excelentes o bajas calificaciones, falta de control emocional, carencias afectivas, falta de imaginación, poca capacidad productiva, tendencia a la introversión e inmadurez.
Gil Corona puntualizó que la mayoría de los menores suicidas provienen de familias desintegradas en donde no existe la posibilidad de restablecer el control; sufren abuso físico o sexual; tienen problemas para dormir o comer; son agresivos, padecen depresión, tienen deseos de matar a otras personas o autoagresión y prevalece el sentido de la muerte contra el de la vida.
Además, tienen constantes pensamientos negativos personales y de su contexto, escuela o comunidades; evaden, tienen dificultades en la adaptación, poca preocupación por su cuerpo y por las personas, expectativas demasiado altas o bajas de los padres hacia los hijos, y desesperanza.
Por ello, expuso que para prevenir los casos de suicidios, se deben mostrar contextos positivos para esta población, hacerlos sentir aceptados, integrarlos a grupos, emprender actividades para favorecer la tolerancia y el manejo de los temores infantiles, pero sobre todo ser escuchados por los padres, acudir a terapia y brindar una adecuada estructura familiar.
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