Boletín N°. 4775 Maíz transgénico provoca serios efectos a la salud: Cantú Garza
  • Estudios en ratas en Francia indican que hembras y machos desarrollaron tumores por consumo de este producto

 

  • Propone incluir dentro del derecho a la alimentación que ésta sea nutritiva y de origen natural, sin modificaciones genéticas

 

08-12-2014.- El diputado Ricardo Cantú Garza (PT) aseguró que la utilización de maíz transgénico provoca serios efectos a la salud, pues puede provocar cambios químicos y del sistema inmunológico en el cuerpo humano, ya que este producto es parte fundamental de la comida tradicional del mexicano.

 

El legislador, presidente de la Comisión Especial de la Alimentación, sostuvo que de acuerdo con estudios de Gilles-Eric Séralini, científico francés, al analizar durante dos años los efectos para la salud de las ratas alimentadas con maíz transgénico, las hembras desarrollaron tumores mamarios de gran tamaño y el equilibrio de las hormonas sexuales se modificó.

 

Por su parte, los machos presentaron congestiones y necrosis hepáticas, nefropatías renales, tumores de gran tamaño y deficiencias renales crónicas.

 

Menciona que el relator especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el derecho a la alimentación envió una carta al gobierno mexicano, donde alerta sobre los riegos del maíz transgénico y los efectos en la salud causados por su consumo.

 

En esta carta, el relator manifiesta que a diferencia de otros países donde el grano transgénico BT no se consume directamente, en México representa un problema, ya que este se hace en grandes cantidades, porque se trata de un alimento básico.

 

Destacó que en la comida tradicional mexicana el maíz se prepara de múltiples formas, lo cual conducirá a potenciales cambios químicos de la proteína BT y causará una toxicidad e inmunogenicidad desconocidas.

 

Cantú Garza subrayó la necesidad de atender este exhorto. Con sus 59 especies de maíz, México ocupó en el 2012 el cuarto lugar entre los principales productores de este bien natural, alcanzando una cosecha de 18 mil 400 toneladas producidas en ese año y se estimó una producción de 21 mil toneladas durante el 2013.

 

Además, el consumo per cápita de tortilla de maíz blanco es de 60 kilogramos, con lo que se acredita la relevancia de este producto en la dieta de los mexicanos.

 

Destacó un estudio publicado por el Instituto ISIS, el pasado mes de junio, sobre evidencias de que los productos transgénicos liberan al suelo, aire y agua, así como trozos de genes sintéticos que están causando problemas de resistencia a antibióticos y otras enfermedades en los seres humanos.

 

Ricardo Cantú Garza sostuvo que ante esas evidencias internacionales, propone una iniciativa que plantea reformas a los artículos 2, 4, 27 y el inciso b) fracción III del artículo transitorio quinto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a fin de incluir dentro del derecho a la alimentación que ésta sea nutritiva y de origen natural, sin modificaciones genéticas.

 

El legislador explicó que las Semillas Genéticamente Modificadas han impactado de manera negativa al medio ambiente, debido al incremento del uso de agrotóxicos en la agricultura, lo cual genera resistencia en plagas y afectación en agua y suelo.

 

Además, continúo; el cultivo de transgénicos eleva el uso de fertilizantes respecto a las variedades híbridas y nativas, generando resistencias a herbicidas, provocando la aparición de súper malezas, y súper insectos, por lo que se eleva el uso de estos químicos.

 

Afirmó que se debe terminar con la creencia de que los transgénicos producen más, pues si comparamos el incremento de producción de maíz en Estados Unidos con transgénico, entre los años 1986 y 2010, con el de países del oeste de Europa sin transgénicos, veremos cómo no hay una diferencia significativa entre los dos, siendo incluso más elevado el incremento en el oeste de Europa, con un crecimiento de 82 mil 899 kilogramos por hectárea (kg/ha) respecto a los 82.841 kg/ha de los Estados Unidos.

 

Aseguró que aún no se ha demostrado de manera fehaciente que los productos transgénicos son inofensivos para la salud, ya que los centros científicos encargados de realizar los estudios de inocuidad reciben financiamiento por parte de las propias empresas que van a comercializar la semilla.

 

Insistió en que es responsabilidad de Estado garantizar una alimentación nutritiva y de origen natural, sin modificaciones genéticas.

 

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