Boletín N°. 5819 | Trabajo doméstico equivale al 20 por ciento del PIB; históricamente esta actividad ha aislado a las mujeres |
22-07-2015.- En el marco del “Día Internacional del Trabajo Doméstico”, que se celebra cada 22 de julio, funcionarias y académicas precisaron que el aporte de esta actividad equivale al 20 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), dentro de la producción de bienes y servicios; sin embargo, las encuestas laborales visualizan a las mujeres como inactivas.
En el Foro “Corresponsabilidad en el cuidado para la autonomía de las mujeres”, realizado en las instalaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro y convocado por la diputada Juana Bonilla Jaime (PRD), la directora de la Coordinación del Sistema de Unidades Delegacionales del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal (Inmujeres DF), Yndira Sandoval Sánchez, planteó visibilizar, reconocer y valorizar el trabajo doméstico y, en específico, el no remunerado.
Indicó que no es natural que las mujeres laboren en el ámbito doméstico, ya que esta actividad, históricamente, las ha aislado, lo que repercute en su desarrollo, vulnerándolas y poniéndolas sujetas a la dominación y la explotación laboral.
Yndira Sandoval mencionó que de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo, hay claras brechas de desigualdad entre hombres y mujeres.
Detalló que las mujeres que laboran en el hogar destinan 40 horas a la semana, en comparación con los hombres, que sólo dedican 15 en un trabajo no remunerado. Sin embargo, en el remunerado, los hombres en promedio están 50 horas a la semana, y las mujeres sólo en 36 horas. “Esto explica por qué ellos acumulan no solamente dinero sino poder y, por lo tanto, reconocimiento”, apuntó.
Reconoció que pese a los avances en la Ciudad de México para el empoderamiento de las mujeres, éstas siguen destinando mucho tiempo a lavar, planchar, cocinar y cuidar a menores, a los adultos mayores y a las personas con alguna discapacidad, sin remuneración alguna.
Llamó a hacer visible la contribución de la población femenina a la economía del país, para que la sociedad y el Estado compensen sus aportes, reconozcan su trabajo y se les brinden servicios de calidad. También, pidió democratizar el trabajo doméstico y dijo que el país necesita de ciudadanas plenas, por lo cual se debe alterar la estructura patriarcal y cambiar el modelo de poder, en donde mayoritariamente los hombres han decidido.
La titular de la Jefatura de la Unidad Departamental del Inmujeres-Azcapotzalco, Lucía Arriaga Sánchez, expresó que la abrumadora carga de trabajo no remunerado que asumen las mujeres en los hogares y en las colonias, es un factor fundamental de la desigualdad de género, pero “si no la modificamos será muy difícil lograr el empoderamiento de esta población”.
Mencionó que la carga del trabajo doméstico, impide a las mujeres buscar un empleo fuera del hogar, y quienes lo tienen siguen siendo las principales o únicas responsables de las tareas de la casa y de su cuidado, por los estereotipos de género. Esta situación también impide su empoderamiento político y social.
Hizo votos por poner en el centro del debate el tema de la economía del cuidado e impulsar propuestas de política pública que contribuyan a resolverlos. Recordó que desde el Inmujeres-DF, se ha promovido el conocimiento, la defensa y el acceso al ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres.
En tanto, Teresa Cortés Fiesco, líder coordinadora del proyecto Autonomía Económica Inmujeres-DF, propuso reconocer y enfatizar el trabajo doméstico no remunerado, ya que las brechas de desigualdad de las mujeres persisten, por estar en la casa y por no tener acceso al mercado de trabajo en igualdad de circunstancias con los hombres.
Resaltó que es importante que, desde la academia y las instituciones, se visualice a las mujeres que trabajan, en particular a las que lo hacen en el ámbito doméstico.
En la ponencia magistral “Tiempo dedicado al trabajo remunerado y no remunerado. Cómo impacta a la autonomía de las mujeres”, la titular del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Mercedes Pedrero Nieto expresó que es incuestionable que el trabajo no remunerado o doméstico impacta en el PIB.
Además, dijo, la participación de las mujeres en el mercado laboral es desbalanceada, comparada con la de los hombres, por lo que su autonomía en el trabajo remunerado y no remunerado “es una condición necesaria, pero no suficiente, pues también deben ser ellas las que decidan qué hacer con su dinero”.
Mencionó que existe una diferencia importante en el tiempo libre de la población femenina en el hogar respecto al de los hombres, ya que éste se fragmenta por diversas interrupciones que se presentan en su vida cotidiana. Estimó que se requiere realizar un análisis a profundidad, a fin de comprender sus circunstancias.
Pedrero Nieto puntualizó que a pesar de que el trabajo doméstico se va reconociendo, persisten diferencias por sexo, edad, por el lugar que ocupa la mujer en la familia, la escolaridad, grupo étnico y nivel socioeconómico.
A su vez, la presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED), Jacqueline L´Hoist Tapia, refirió que alrededor de 2 mil 148 millones de horas a la semana se dedican al trabajo doméstico, de las cuales el 77 por ciento lo hacen las mujeres. Además, agregó, “las que tienen doble jornada lo tienen que hacer en su tiempo libre”.
Enfatizó que la doble jornada laboral (trabajo-hogar) muchas veces va acompañada de agresión y violencia hacia las mujeres y va en detrimento de “nuestra propia autonomía al no contar con el tiempo necesario para el esparcimiento, el ocio y para hacer lo que nos gusta”.
Por ello, consideró que se deben eliminar prejuicios, estereotipos y estigmas sobre las mujeres y transformar la cultura del lenguaje, así como modificar que ellas pueden hacer muchas cosas al mismo tiempo. “Te lo venden como un don, (pero) hacemos muchas cosas a costa de negarnos derechos que tenemos”, expresó.
Se pronunció por transformar esta cultura, garantizar espacios efectivos de justicia y políticas públicas con equidad y derechos humanos, “donde la educación debe ser el eje promotor de una cultura libre de discriminación”.
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