Boletín N°. 4555 | Políticas públicas deben atender desigualdad a través de una mejor distribución del ingreso y la riqueza |
04- 12- 2017.- El director de Estudios Hacendarios del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), José Antonio Montero Villa, resaltó la necesidad de tener políticas públicas que focalicen el gasto público para mejorar la equidad en la distribución del ingreso y disminuir la pobreza, debido a que México es la segunda nación con mayor desigualdad entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Durante la presentación del libro “Desigualdad mundial, un nuevo enfoque para la era de la globalización”, del economista Branko Milanovic, el directivo del CEFP indicó que el gasto social aumentó de 8 a 14.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), del año 2000 al 2016, y se destinan más recursos a las áreas geográficas y población más pobres, de acuerdo con los índices de marginación.
Sin embargo, sostuvo que “pese a los esfuerzos para combatir la pobreza a través del gasto social, aún hay vacíos que cubrir y acciones que corregir para una adecuada redistribución y más eficiente aplicación de los recursos públicos, a fin de beneficiar a las familias más vulnerables”.
Por ello, señaló la importancia de investigar la distribución de los ingresos, la desigualdad económica y social, y su expresión a través de la pobreza, ahondando los efectos que la globalización, la apertura económica y el cambio tecnológico han tenido sobre la repartición de los recursos.
Las propuestas del libro de Branko Milanovic, afirmó, enriquecerán la agenda pública de México para mejorar la redistribución de la riqueza, reducir la pobreza y ampliar la inclusión social en el desarrollo nacional.
El autor, un economista serbio-estadounidense, especialista en desigualdad económica y economía de la pobreza y del desarrollo, consideró que la globalización tiene dos vertientes: unos países se han beneficiado de ella mientras que otros registran avances mínimos, abriéndose la brecha entre las naciones.
Destacó que las clases medias se compactan, debido a que el 10 por ciento de las personas concentran más del 90 por ciento del capital en los países ricos.
Comentó que se requiere una mayor participación de los trabajadores, a través de la productividad de su mano de obra y alentando la pequeña inversión. Este esquema, consideró, es susceptible de aplicarse en México.
Indicó que el porcentaje de la clase media mexicana “es bueno”, aunque la cobertura de servicios en los hogares en México es inusualmente baja. Además, agregó, los sondeos sobre ingresos no reportan todas las cifras a las autoridades fiscales, porque “hay reticencia de los ricos a participar en las encuestas sobre ingreso-gasto”.
Igualmente, sostuvo, la distribución de ingresos está subestimada, ya que tampoco las personas más pobres lo reportan.
El diputado Vidal Llerenas Morales (Morena), secretario de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, aseguró que entre las causas endógenas de la desigualdad se encuentra la plutocracia, ya que es un sistema político capturado por personas que buscan perpetuar la mala distribución del ingreso.
Planteó la necesidad de buscar mecanismos para que evolucionen las democracias y se conviertan en fuerzas positivas que alienten una mejor distribución del ingreso, sin romper el sistema político, a través de estrategias públicas que atiendan la desigualdad.
Argumentó que el cambio tecnológico puede ser un factor que impulse mayor productividad en los trabajadores de menores ingresos, para convertirse en un área de oportunidad, y no sólo que propicie y acelere la desigualdad al sustituir la mano de obra.
La diputada Araceli Damián (Morena) sostuvo que en México un muy reducido número de personas se ha beneficiado con el proceso de la globalización, provocando desigualdad; además, una gran cantidad de empleos están desarticulados de ese proceso.
Refirió que no es conveniente analizar la desigualdad con base en los reportes que se hacen sobre los impuestos que se pagan, porque no hay suficiente información.
Destacó que en México la desigualdad es mucho mayor a la que reportan las encuestas de ingresos y gastos en los hogares, debido a las dificultades para acceder a las zonas más pobres, a que las personas hablan otros lenguajes y no entienden el español, carecen de nivel educacional para responder las preguntas, por lo que no están captadas.
Señaló que en nuestro país está muy subestimado el ingreso de los estratos económicos más altos, porque la probabilidad de que contesten una encuesta es muy baja. Planteó la necesidad de evaluar directamente a este sector, para saber efectivamente qué desigualdad existe en el país.
Diego Castañeda, asesor parlamentario del Senado de la República, comentó que la desigualdad es uno de los problemas más relevantes, porque en las últimas décadas se ha observado una mayor concentración de la riqueza mundial en pocas manos y, por lo tanto, una fuerte concentración de poder político dentro de la globalización.
Actualmente, expresó, “es imposible separar la dinámica de la desigualdad, la globalización y los cambios estructurales con la transformación tecnológica, la rápida competencia de países como China y la aparente falta de ella de algunos países en América Latina, lo cual marca la brecha entre países en desarrollo y desarrollados, así como el fuerte impacto entre los que tienen todo y los que no tienen nada”.
Roberto Vélez, director ejecutivo y director del Programa de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, consideró que la única política pública que aceleraría la igualdad sería el intercambio entre integrantes de clases sociales y económicas.
Planteó la necesidad de redistribuir la riqueza y la educación para erradicar la desigualdad de oportunidades. Cuestionó la mercantilización, ya que los bienes públicos no tienen cobertura suficiente con calidad equilibrada para generar la redistribución entre la población.
Diego Vázquez, gerente de Investigación de la Oxfam-México, apuntó que nuestro país y América Latina siguen siendo una de las regiones con mayor desigualdad a nivel global, por lo que es necesario diseñar nuevas políticas públicas que no sólo atiendan la pobreza sino la disparidad social.
Consideró que vivimos “en una era en que parece que la concentración de la riqueza y el ingreso se encuentran en un retorno histórico a los niveles del siglo XIX, y la desigualdad se vuelve una amenaza latente para la democracia de los países”.
Subrayó que la desigualdad absoluta es tan grande que los trabajadores mexicanos no tienen el nivel de ingreso necesario que les permita ahorrar. En cambio, indicó, cuatro hombres en el país capturan la riqueza del 9 por ciento del PIB.
Señaló necesario analizar el impacto que tienen la nacionalidad y el factor de género para acceder a la riqueza, ya que son elementos que van en contra de la igualdad.
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