19 de noviembre 2024

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La rebelión ciudadana y la justicia comunitaria en Guerrero

La rebelión ciudadana y la justicia comunitaria en Guerrero

Marcos Matías Alonso

 

Rafael Aréstegui Ruiz

 

Aurelio Vázquez Villanueva

 

(Compiladores)

 

“La Rebelión Ciudadana y la Justicia Comunitaria en Guerrero” es un compendio de 25 trabajos que fueron esmeradamente compilados, volumen en el cual se aprecia gran cuidado en el ordenamiento general de los ensayos; no es aleatorio o alfabético, su orden tiene un discurso narrativo, un ejercicio de congruencia que nos lleva de la mano desde el proceso histórico hasta el análisis sociológico que revela la cruda verdad del olvido en que en la actualidad viven los pueblos de Guerrero, éstos que han tomado la justicia en sus manos, de forma rebelde, pero con gran consenso, sin determinaciones ligeras, siempre con la idea de soluciones permanentes, haciendo particularmente suya esa concreción que es la Justicia, ésa que se encuentra llena de contenido, de la materia vital con que se nutren las comunidades.

Ya lo dice Marcos Matías en el Prólogo, “La erupción de la milicia ciudadana brotó por la ausencia de justicia, por el vacío institucional, el abandono y la omisión de las autoridades federales, estatales y municipales de ejercer sus obligaciones en materia de procuración de justicia y seguridad pública”.

 

La diversidad de voces que acuerpan esta compilación proporcionan el color suficiente para pintar esta realidad con autoridad: académicos, investigadores, periodistas, comunicadores, activistas y representantes sociales, nos dan su verdad. Desde los territorios del pueblo de las nubes, ríos y sierras, las tierras bajas del centro, las indómitas costas y la tierra caliente, el olvido se transforma en un derecho, el de la legítima defensa de los territorios que día a día son acosados por diversos tipos de aprovechadores de tierras, mineros y explotadores madereros, hídricos, eólicos con permiso de explotación federal, terratenientes, narcotraficantes, todos con sus respectivos niveles de organización que se acompañan de las sutilezas del dinero y el chantaje hasta de la intimidación violenta, aprovechándose de un pueblo pobre e ignorante de su derecho.

 

Testimonios de una realidad palpada día a día, como los de Tlachinollan, la CRACPC, Pablo Guzmán, en la región de la Montaña principalmente, denotan la resistencia en la que viven los pueblos originarios de Guerrero, donde su último bastión es el territorio, un territorio comunitario como lo llama la PC (Policía Comunitaria), defendido con el corazón y la lengua, alma mater de las comunidades. Donde los nuevos encomenderos, respaldados por las organizaciones criminales, se apoderan de pueblos y territorios, aprovechando las nulidades del estado, las complacencias o complicidades locales.

 

Es tal el reto que se tiene en Guerrero que, como se comenta en la investigación del CIDAC (Centro de Investigación para el Desarrollo A.C.), “De 2010 a 2012 la situación de violencia en México se agravó en general en todo el país. De los 32 estados, 14 empeoraron en el Índice Delictivo (ID) y la diferencia entre el mejor estado (Baja California Sur), en términos de violencia y seguridad y el peor, aumentó en 14 puntos del (ID). Cabe resaltar la caída estrepitosa de seis posiciones del estado de Guerrero y de 11 posiciones de Tamaulipas, lugares 32 y 31 respectivamente. Siendo, de acuerdo a la misma fuente y periodo, las lesiones dolosas y el secuestro quienes aumentaron en un mayor porcentaje (31 y 27 respectivamente)”.

 

De tal forma, con la fuerza que caracteriza a los guerrerenses, su respuesta no se ha hecho esperar y sus niveles de organización social, política y cultural, así como la valentía y pundonor, tienen antecedentes ancestrales y poco les podremos enseñar; esto lo demuestran los resultados: en los territorios comunitarios (CRACPC) los índices de violencia y delito son menores que en los resguardados por los diversos cuerpos policiacos convencionales. En su primer artículo, Tlachinollan afirma: “Los caminos y pueblos donde impera el sistema de justicia de la CRAC, hoy en día, son seguros; allí se puede caminar y dormir tranquilamente […] y eso no es una metáfora, como lo revelan testimonios de hombres y mujeres quienes recuerdan los tiempos donde salir de las comunidades en colectivas significaba exponerse a ser violentado”, refuerza María Teresa Sierra. Aun así, no se está exento de los ataques violentos por el control de los territorios por parte del crimen organizado y los niveles de violencia que pueden resultar con los familiares y las disputas comunitarias históricas.

 

Dado que sus características se remontan a los usos y costumbres, el sistema de cargos y otros esquemas normativos indígenas, base de la organización social comunitaria que miran a la delincuencia desde una perspectiva diferente ante la necesidad de auto protegerse.